Por Patricia Avendaño
Si la educación sexual en México fuera una receta de cocina, los ingredientes de ésta probablemente serían una mezcla de creencias religiosas moralistas, falta de recursos e información y una serie de ideologías permeadas de machismo y homofobia.

Es por esto que no sorprende que la gran mayoría de las personas en nuestro país no hayan tenido acceso a una educación sexual integral de calidad, independientemente de si fueron a escuelas privadas o públicas. La triste realidad es que la información que recibimos en la escuela sobre sexualidad se quedaba muy corta, ya que se limitaba únicamente a la reproductividad, y probablemente, la información que recibimos en casa, también. Sin embargo, el despertar sexual en la pubertad es real, y es normal que a esa edad comencemos a sentir curiosidad por la sexualidad más allá de la plática de cómo nacen los bebés.
¿Pero… a dónde puedo acceder para responder todas mis dudas si los adultos que me rodean no me dicen todo y además tratan el tema como algo culposo? La respuesta está a un solo clic de distancia: Al porno.

Hay investigaciones1 que dicen que la edad promedio del primer consumo de pornografía es entre los 13 y los 15 años de edad, aunque hay otros expertos2 que afirman que este acercamiento se da mucho antes, a los 9 y 10 años aproximadamente. Esto tiene implicaciones muy fuertes, ya que a esa edad nuestro cerebro aún se encuentra en desarrollo, y por lo mismo nos resulta difícil el poder diferenciar la realidad de la ficción.3 Además, en esta etapa comenzamos a formar conceptos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo que nos rodea. Tomamos modelos a seguir para después imitarlos, normalizamos lo que constantemente observamos e internalizamos ideas que se quedan instaladas en nuestro subconsciente, las cuales seguirán teniendo presencia en nuestra vida adulta. Entonces, videos como “Chico caliente se folla a su hermanastra”, “Puta participa en bukkake” y “Garganta profunda” se convierten en una potente – y alarmante – herramienta de educación sexual.

Basta con ver fragmentos de los 10 videos más populares en Pornhub para darnos cuenta de que uno de los problemas más grandes del porno es la erotización y romantización la violencia sexual. De hecho, el vídeo porno más visto de internet – con 225 millones de visitas – recrea la violación de una joven por cuatro hombres que la secuestran y la fuerzan mientras ella grita y llora.4 Y así como lxs niñxs ven películas de superhéroes y las imitan, existe una gran cantidad de adolescentes y adultos (especialmente hombres) que imitan lo que ven en el porno, lo cual está terrible, considerando que más del 48% de los vídeos porno heterosexual de internet contienen agresiones verbales y casi un 89% agresiones físicas hacia la mujer. 5

La consecuencia de esto es que se va construyendo la idea de que el placer sexual masculino se obtiene de ejercer violencia hacia la mujer, ya que en la mayoría de estos videos el dolor físico, la humillación y agresividad son sinónimo de deseo. Además, se fomenta la cultura de la violación, en donde el consentimiento es ignorado y la mujer no es más que un objeto de consumo, lista para ser usada y controlada para la satisfacción del hombre. El porno clásico nos enseña que el consentimiento no es importante, lo que se refleja en las relaciones reales en malentendidos o incluso abusos y violencias sexuales al llevar a cabo formas y/o fantasías no consensuadas en el acto sexual; es decir:
No porque una persona haya accedido a tener sexo contigo significa que también haya accedido a que la ahorques, nalguees, rasguñes, golpees o ejerzas cualquier tipo de fuerza si no te lo ha pedido.

Por otra parte, la pornografía también nos afecta al formar en nosotros ideas y expectativas no reales sobre la sexualidad. Al igual que las películas de ciencia ficción que vemos en el cine, el porno está hecho por directores, camarógrafos, guionistas y actores, y lo que vemos es sólo el resultado de una edición que nos muestra lo más limpio e interesante de todas las tomas. El tema aquí es que no solemos ver a la pornografía como lo que realmente es, y entonces ésta nos traslada a un mundo ficticio que crea estándares sociales, demasiado perfectos, que llegan a crear frustración cuando lo comparamos con la realidad. 6

Los cuerpos tan específicos que el porno muestra nos crean ideas de cómo se debería de ver nuestro cuerpo y el de nuestra pareja basadas en estándares de belleza irreales: Se espera que la mujer no tenga vello corporal, que tenga poca piel en los labios de la vulva y que sea delgada pero con curvas, y que el hombre sea musculoso y que tenga un pene grande.

Además, se internalizan otras expectativas como que la mujer debe de ser sumisa y acceder a cualquier petición que el hombre realice, que el hombre debe de ser dominante y viril; que el tamaño del pene es importante para causar satisfacción, que la relación sexual sólo equivale a la penetración vaginal; que el hombre debe de saber todo sobre sexo, que siempre se debe llegar al orgasmo, 7 entre otras ideas que no son más que mitos. Y así, lo que aprendemos en el porno va creando en nosotros una gran presión por cumplir con todas estas “obligaciones”, desconectándonos de la interacción humana real e idealizando lo que hemos visto en la pantalla.
Por último, no podemos ignorar otro gran problema que el consumo de pornografía puede tener sobre la sexualidad y las relaciones en la vida real: la adicción a ésta. El porno genera una excitación y descarga rápida que genera mucha dependencia, ya que en cuestión de segundos, puedes sacar tu celular, buscar un video, excitarte rápidamente, desconectarte de tus problemas y llevarte al climax. Este patrón puede ser bastante adictivo al tratarse de las mismas estructuras cerebrales involucradas en la adicción a sustancias, por lo que a nivel biológico, sucede un efecto similar. 8 Además, estar expuestxs a tanta sexualización podría causar que los momentos íntimos que se dan en una relación real, pueden resultar poco llamativos y excitantes.

OJO, el porno no es malo…
No quiero que piensen que soy una puritana moralista que sataniza el porno. Yo veo porno al igual que todo el mundo, y NO considero que esta práctica sea mala. Sin embargo, mi punto es que así como la pornografía puede ayudarnos a despertar la fantasía y a enriquecer las prácticas sexuales dentro de las relaciones, ésta también puede ser un arma de doble filo si no es tomada como lo que es: una ficción.

Creo que la clave del porno está en usarlo como una herramienta para enriquecer el deseo y el erotismo (ya sea con unx mismx o con alguien más) y no como una necesidad, ni de aprendizaje ni de excitación. Además, tenemos que meternos en la cabeza que todo lo que vemos en los videos de porno mainstream no son más que una actuación, y que en la vida real nos vamos a topar con cuerpos diversos, conexiones emocionales, discusiones de consentimiento, posiciones incómodas, comunicación, vello corporal, fluidos, sonidos chistosos, risas, necesidades del otro, disfunciones sexuales, entre muchas otras cosas más… Y eso está bien.
Y finalmente, pienso que sí tenemos una responsabilidad ética con las cosas que consumimos. Hoy en día, hay una gran variedad de opciones a las que podemos recurrir si queremos ver porno, y no es lo mismo consumir porno mainstream y seguir fomentando la cultura de la violación a través de la monetización de éste tipo de contenidos, a consumir otras opciones, como el audioporno, las novelas eróticas y/o el porno feminista, el cual muestra contenido real con participación activa de la mujer y que además fomenta la diversidad sexual así como prácticas consensuadas y libres de violencia. 9

Referencias
1. Sánchez Pazo, E. (2020). La Influencia Del Consumo De Pornografía En La Conducta Sexual De La Juventud: Una Revisión Sistemática (Modalidad 1: Revisión Bibliográfica). Universidad de Cadiz. Recuperado de https://rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/23518/S%C3%A1nchez%2C%20Pazo%2C%20E..pdf?sequence=1&isAllowed=y
2. Cantillo, J. (2020). El libro que deja al desnudo (en serio) la industria del porno. Septiembre 6, 2021, de Infobae. Sitio web: https://www.infobae.com/america/mundo/2020/11/01/el-libro-que-deja-al-desnudo-en-serio-la-industria-del-porno/
3. Mestre, G. y Chiclana, C. (2021) Consecuencias del uso excesivo de pornografía en los adolescentes. Septiembre 6, 2021, de Cadena Ser. Sitio web: https://cadenaser.com/ser/2021/03/26/sociedad/1616758512_631124.html
4. Ramos, S. R. (2020). Pornografía: pedagogía de la violencia sexual y cosificación de las mujeres. Septiembre 6, 2021, de Geo Violencia Sexual. Sitio web https://geoviolenciasexual.com/pornografia-pedagogia-de-la-violencia-sexual-y-cosificacion-de-las-mujeres/
5. Sierra, G. (2019). El vídeo porno más visto de Internet recrea una brutal violación en grupo. Septiembre 6, 2021, de La Sexta. Sitio web https://www.lasexta.com/programas/equipo-investigacion/noticias/el-video-porno-mas-visto-de-internet-recrea-una-brutal-violacion-en-grupo-video_201905175cdee7c30cf235bc412cb3d9.html
6. Jorba, N. (2020). Así afecta la pornografía a la sexualidad de una pareja. Septiembre 6, 2021, de La Vanguardia. Sitio web https://www.lavanguardia.com/vivo/sexo/20200102/472661605589/consumo-pornografia-pareja-sexo.html
7. Banaszczyk, K. (2019) Los mitos del porno revelados. Septiembre 6, 2021, de Sico. Sitio web https://www.sico.com.mx/blogs/articulos/los-mitos-del-porno-revelado
8. Olguín Lacunza, M. (2018). ¿Adicción a la pornografía?, podría ser soledad. Septiembre 6, 2021, de UNAM Global. Sitio web https://unamglobal.unam.mx/adiccion-a-la-pornografia-podria-ser-soledad/
9. Molas, M. (2020). Porno feminista: ¡un cine para adultos ético y real es posible! Septiembre 6, 2021, de Time Out. Sitio web https://www.timeout.es/barcelona/es/noticias/porno-feminista-un-cine-para-adultos-etico-y-real-es-posible-070120