¿Qué onda con la responsabilidad afectiva en el sexo?

Por Esmeralda Insúa Martínez

¿Qué es la responsabilidad afectiva? Considero que actualmente se escucha mucho ese término pero ¿sabemos qué es y cómo se aplica? ¿la hemos llevado a cabo en nuestras relaciones? y no menos importante… ¿la hemos tenido en el sexo? Para empezar, vamos a definir qué es la responsabilidad afectiva.

La “responsabilidad afectiva” se refiere a la conciencia de las emociones y a la ética del buen trato (Serrano, s.f). En otras palabras, es la capacidad que deberíamos de tener todos los seres humanos de poder considerar cómo le afecta al otro lo que yo estoy haciendo o no estoy haciendo dentro de una relación (sea familiar, de noviazgo, amistad, etc).

Creo fielmente que, desde tiempos inmemorables, no hemos sabido aplicar la responsabilidad afectiva cuando se habla de relaciones sexuales. ¿A qué me estoy refiriendo cuando digo que no la hemos aplicado en términos de relaciones sexuales?

Bueno… ¿No te ha pasado que conoces a alguien, salen de vez en cuando, tienen relaciones sexuales y después no vuelves a saber de esa persona porque decide bloquearte de Whatsapp o simplemente ya nunca más te respondió los mensajes de texto o al revés… tu desapareces de la vida de esa persona?

Creo que es un claro ejemplo de un caso donde NO se tuvo responsabilidad afectiva. La responsabilidad sexoafectiva implica ante todo ser personas honestas, pero también entender que nuestras acciones tienen consecuencias en la otra persona. Resulta fundamental ser claro y cumplir los acuerdos previamente establecidos, no se vale brincar en indecisión después de ilusionar a la otra persona. Responsabilidad es asumir acuerdos, no huir, dejar claras las expectativas, saber negociar y poner límites sanos (Caballero, 2021).

Lo que menciona Caballero sobre los acuerdos me parece parte fundamental para poder llevar una vida sexual plena, justa y feliz; estos “acuerdos” deberían definirse antes de empezar a relacionarse sexualmente con “esa” persona para que exista claridad para ambas partes en cuanto a dicha relación.

Aquellos involucrados pueden escoger tener sexo casual sin exclusividad, o mantener una relación amorosa formal… En fin, puede haber mil formas de relación. El punto importante es que ambas partes puedan platicar y estar de acuerdo. De esta forma, podrán ser responsables afectivamente con esa persona en el ámbito sexual de sus vidas.

Dentro de la responsabilidad afectiva creo que también podemos encontrar lo que se conoce como consentimiento durante el acto sexual: ¿Te gusta? ¿No te gusta? ¿Quieres eso, aquello? … Más aún sí estamos hablando sobre experimentar cosas nuevas. El consentimiento no es cuestión de firmar un contrato, es cuestión de comunicación y de asegurarse que todas las actividades sexuales se realicen con mutuo acuerdo (Amnistía Internacional, 2021).

Entonces ¿Cómo podemos llevar a cabo en nuestras relaciones todo lo que acabamos de leer sobre responsabilidad sexoafectiva y consentimiento?

Seguramente has oído hablar sobre los famosos “límites”. En lo personal, he podido presenciar que muchas personas no han sabido aplicarlos en sus relaciones y distintas áreas de sus vidas se ven afectadas por lo mismo. Vamos a definir qué son los límites y después vamos a ver cómo podemos aplicarlos para poder tener como resultado una buena responsabilidad sexoafectiva y logremos que la otra persona la tenga con nosotrxs.


Un límite puede definirse como una frontera física, emocional o psicológica que las personas establecemos a partir de nuestra propia experiencia y necesidades. Los límites deben ser justos y suficientes, y deben respetarnos a nosotrxs mismxs, al otro y a nuestro entorno.

Es importante que tengamos en cuenta que el tipo de límite que una persona considera justo y sano, para otra puede no serlo, pues todos tenemos historias y experiencias de vida distintas. Por esto, la comunicación al establecer límites es un factor muy importante, pues asegura que las personas involucradas entiendan lo que quieren decir y negocien qué es lo que les funciona (Montalvo, A. 2020).

Si juntamos nuestros límites con nuestro consentimiento podemos tener la capacidad de expresarle a la otra persona que SI queremos y que definitivamente NO queremos. Incluso, se debe hablar de cuáles son esas cosas que probablemente en un futuro “podamos intentar” siempre y cuándo los dos estén de acuerdo; y, por otro lado, que ambas partes sepan dónde está posicionada la relación y cómo van a aplicar sus propias reglas para el área sexual.

Entonces… sí hacemos un recuento de todo lo que hemos leído sobre responsabilidad sexoafectiva, consentimiento y límites creo que es un buen “mix” para poder llevar una vida sexual plena, justa (para esa persona así como para ti) y feliz.

Referencias:

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